Los coches Mild Hybrid utilizan un motor de gasolina para mover las ruedas, con una batería de litio que actúa de refuerzo. La tecnología Start/Stop apaga el motor cuando el vehículo rueda por inercia, o al levantar el pie del pedal a velocidades inferiores a 18 km/h en la versión con transmisión automática, incrementando la eficiencia y reduciendo las emisiones y los gastos de funcionamiento.

La propulsión Mild Hybrid constituye una mejora sustancial en eficiencia gracias al sistema inteligente de regeneración. Cuando el coche aminora su marcha, esa energía cinética es capturada y utilizada para recargar la batería.

Con la frenada regenerativa, la energía que normalmente podría llevar a desgastar las pastillas de freno se utiliza para un buen fin. Mientras el coche está al ralentí o rueda por inercia, es la batería quien alimenta los sistemas eléctricos del vehículo para que el motor se apague con mayor frecuencia, recortando así el consumo de combustible.

La energía almacenada en la batería ayuda a lograr una aceleración más alegre y reduce, nuevamente, el trabajo que tiene que realizar el motor.

No es del todo cierto que un Mild Hybrid no genere ninguna diferencia en tu forma de conducir. El coche es más reactivo, eficiente y cómodo de llevar en tráfico urbano. Pero no tienes que preocuparte de la autonomía ni de la recarga. Repostas en una gasolinera y sigues tu marcha, igual que siempre.

En comparación con un motor de gasolina tradicional, los Mild Hybrid ganan en eficiencia al aprovechar la energía cinética generada durante la conducción y el frenado para recargar la batería. Con el empujón eléctrico extra durante la aceleración y la tecnología Start/Stop que apaga el motor cuando el vehículo rueda por inercia o cuando levantas el pie del acelerador por debajo de los 18 km/h en el modelo con transmisión automática, el ahorro de combustible lo tienes asegurado.

La ayuda de la batería significa para el motor no tener que trabajar tanto en las aceleraciones y pendientes cuesta arriba. El motor también se apaga cuando el coche no lo necesita, lo que contribuye a una conducción más plácida, ahorrando en combustible y en emisiones.